Jugamos a sentirnos. Descubrí tímidamente tu cuerpo y poco a poco conocí cada una de tus reacciones. Disfrutabas cada vez que mis manos rozaban tibiamente tu piel.
Pude sentir la electricidad correr por tus venas y la expresividad de tu rostro me incitaba a continuar. En silencio tu alma se fundía con la mía. Tus besos me enloquecían como nada. De tus labios obtuve la mejor droga de todas.
AndrecLé.
lunes, 25 de junio de 2007
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